“esos hombres manchados por las
últimas horas
de la ocasión perdida,
me recuerdan a mí”
de la ocasión perdida,
me recuerdan a mí”
-
Luís
G. Montero.
Te
hablo de la vidas que se cruzan, de la personas que sólo pasan una vez en la
vida. De esa gente que cuando la tienes al lado parece que abran la ventana de
una habitación que llevaba demasiado tiempo cerrada. Y vuelve a entrar la luz y
un aire nuevo que te remueve por dentro. Esas personas que llegan hoy y se van
mañana pero que en ti se quedan para siempre.
Tú, con
mirada escéptica, citas a Quique González
y sólo me respondes que "la vida te
lleva por caminos raros".
Te
explico sobre las implicaciones místicas de todo esto, de hilos invisibles que
nos mueven, de que hay algo que nos une y que no existen las casualidades. Que
leas las señales, que hagas caso de tu instinto.
Tú me
dices que eso está bien para las películas pero que hace mucho que dejaste de
creer en la magia y que el instinto a veces juega malas pasadas.
Te digo que no se trata de magia
que es “la
ocurrencia temporal coincidente de eventos acausales”. Que mires más allá,
que a veces lo más improbable ocurre y que no lo dejes escapar.
Entonces vuelves a poner esa
canción que no has dejado de escuchar desde aquel día y me dices que a pesar de
lo que diga Jung,
es el azar el que hace y deshace, que no hay señales, que nada está
predestinado. Pero que eso no te importa. Que tú siempre lo vas a poder
encontrar en la poesía.