Desde que hace unos días una
amiga me comentara que pertenecíamos a lo que llaman la generación perdida no he podido dejar de darle vueltas al
tema. En esa manía de etiquetarlo todo a los nacidos entre 1980 y 1999 nos llaman
‘técnicamente’ la generación Y. Somos los antecesores de la Z y los hijos de la X.
Lo que ella me comentaba es que en algún momento, han decidido
llamarnos La Generación Perdida por diversos motivos. A grandes rasgos, somos
aquellos jóvenes que nacimos en el estado de bienestar, nunca nos faltó de nada
y nuestros padres nos criaron para que fuéramos mejores que ellos.
Nos inculcaron que había que estudiar, que eso nos abriría las puertas
del mundo laboral y que con trabajo duro todo se conseguía. Pero la realidad
que estamos viviendo es bastante distinta, tenemos muy difícil el acceso al
mundo laboral, muchos tienen que irse fuera, y aquello que nos prometieron ha
resultado no ser cierto. ¡Qué sorpresa!
Hemos crecido a base de las decepciones y el dolor que nos han provocado las mentiras que nos
habían contado.
Luego está la generación Z, a los que
yo llamo los niños dos-mil. Son aquellos que han nacido en la era
tecnológica, con un iPad bajo el brazo. De ellos dicen que son muy hábiles para
la tecnología y que serán capaces de conseguir grandes cosas si la utilizan
bien, que no perciben sus estudios como
una herramienta para tener un buen trabajo o de futuro, que tienen menos
capacidad de concentración y que no tienen muy arraigado el valor de la
familia.
Yo los observo con una mezcla de envidia y desconcierto; a pesar de no
entenderlos demasiado sí que creo que están mejor preparados que nosotros. Los
Y nacimos en un mundo analógico, vimos nacer internet y la era de lo digital.
No era algo que estaba ahí antes, sino que tuvimos que aprender qué era y lo
fuimos adoptando a nuestra vida. Tampoco nadie nos dijo de la importancia de
aprender inglés hasta que ya fuimos un poco mayores. Y tuvimos que corregirlo. Sin embargo, los niños Z crecen con el inglés
como su segunda o tercera lengua, a sus 15 años ya saben lo que es un lenguaje
de programación, muchos saben programar, utilizan programas que yo no utilicé
hasta que entré en la ingeniería y en general tengo la sensación de que tienen
una educación más rica y estimulante de lo que lo fue la nuestra. Eso me hace pensar que en los diez años
distancia que hay entre ellos y yo, cuando accedan al mundo laboral, la única manera
de competir con ellos será con los años de experiencia. Nos encontramos con la
imposibilidad de entrar al mundo laboral y con una generación, por detrás,
mejor preparada.
Aunque me resulta algo inquietante supongo que nada de esto se puede
tomar como absoluto, ya que hay ciertos aspectos que entran en
contradicción. Teniendo en cuenta que se
supone que son chicos más creativos y con más dificultades para el pensamiento
lógico, se entiende que tendrán más dificultades para entender todo aquello que
requiera de estas habilidades. En ese sentido,
tanto la programación, como las carreras técnicas necesitan de habilidad
para la lógica y los pensamientos abstractos. Entonces, en qué grado son capaces de entender la
tecnología y sus implicaciones, más allá
de algo que ha formado parte de su vida desde que nacieron.
En todo caso, me parece curioso como los acontecimientos y tendencias
sociales o los saltos tecnológicos afectan a nivel generacional. Provocan que
desarrollemos unas habilidades y no otras o tengamos unos rasgos emocionales o
de carácter más marcados que otros sin que podamos decidirlo.
Probablemente los de mi generación hemos heredado ciertos anhelos de
nuestros padres, hemos tenido que afrontar que nuestras expectativas de futuro
no se cumplan, y aceptar que ahora la realidad es otra quizá no tan bonita como
nos dijeron que seria. Con esas
condiciones y esa incertidumbre tratamos
de seguir adelante. Me pregunto con qué dificultades se encontraran los jóvenes
dos-mil. ¿Será una generación con problemas de comunicación?, ¿Tendrán
dificultades para establecer relaciones sólidas con los demás?, ¿Tendrán
problemas asociados al uso y abuso de la tecnología? No lo sé, probablemente a
las ‘luces’ y a ese ser mejores que nuestros padres de cada generación, vayan
asociadas unas luchas y carencias a las que hacer frente.